Se publicó Relación de causalidad y prueba pericial (La Ley Uruguay, Montevideo, 2016, pp. 300), con prólogo del Dr. Andrés Mariño López.
La obra refiere a un tema de relevancia tanto para el Derecho de daños como para el Derecho procesal: la cada vez más compleja acreditación de la relación de causalidad y el impacto que en ello tiene la prueba científica, o más concretamente la prueba pericial. Se estudian las teorías que permiten justificar la causalidad, así como diferentes aspectos de la regulación y diseño de la prueba pericial (imparcialidad, idoneidad, especialidad de los peritos o expertos, mecanismos de control e impugnación de los dictámenes, etc.).
Es que la prueba pericial es uno de los caminos por los cuales habitualmente ingresa el conocimiento científico al Proceso, por lo que se destaca la necesidad de controlar la formación, calidad y aceptabilidad del conocimiento extra-jurídico, lo cual le termina por asignar un rol preponderante a la justificación y motivación de las sentencias. El sentido común y la experiencia pueden ser utilizados para explicar la causalidad por parte de los abogados y jueces, pero la captación del fenómeno causal mediante dichos argumentos puede impactar en la decisión, tornando frágil su justificación por las eventuales vulgarizaciones en las que se incurra. El peligro es mayor en los asuntos en los cuales resulta necesario incorporar el conocimiento de tipo técnico o científico cuando se prescinde del diligenciamiento de prueba pericial. Si la causalidad se asocia con criterios de normalidad y regularidad que se extraen de la experiencia, o con cuestiones que se pueden considerar intuitivas, los inconvenientes en la determinación del juicio de hecho pueden ser frecuentes. Se procura, en definitiva, poner sobre la mesa diferentes temas para la discusión y la reflexión, con la finalidad de brindar en el proceso las "mejores" explicaciones sobre la causalidad, lograr su adecuada comprensión y su debida comprensión.